viernes, 5 de agosto de 2011

Días de vino y rosas

Ayer tuve un gran día. Con mucho vino mediante, por una seríe de casualidades acabé departiendo de música con estupendos interlocutores y durmiendo en un hotel que no sé si era el blue de Isaak, el rompecorazones de Elvis o el de las habitaciones alquiladas de los tindersticks, pero que me supo a gloria a esa hora. Aunque esperaba haber escuchado más música de uno de mis recopilatorios más ambiciosos que cree como hilo musical de un local, acabé en un garito atípico con una sesión atípica pero llena de belleza plasmada a cámara lenta.
Nos agitaron con los latidos oscuros de XX, con una heart skipped a beat que es de lo mejorcito que se ha hecho en los últimos años. También esa maravilla pop del día en que Sleepy Jackson quiso tocar la mano de Dios de New order. Hubo otras dos que pudieron/ debieron sonar pero que las circunstancias impidieron: mi primer encuentro con la aterradora belleza gélida de Lali Puna o ese terremoto emocional de Portishead llamado The rip, con el que sacudieron nuestro lado más electróncio. Hay veces que tenemos que dejar nuestra parte autómata y volver a sentirnos personas. La música es una gran vía para hacerlo.






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