domingo, 11 de septiembre de 2011

You can't hide your love foerever: Phil Seymour vs The nerves


Hace mucho que no escucho la radio musical por lo que internet es la manera más habitual de verte arrollado emocionalmente por una canción que, cual torbellino, se cuela en tu cabeza y barre resto de pensamientos que estaban cociéndose allí. Supongo que si tenemos en consideración los blogs y las webs musicales, el mundo se divide entre los que conoces y los que llegas a ellos de casualidad. Curiosidades de la vida, algunos de estos últimos pueden ser de alguien que conoces, por lo que te fías más de sus recomendaciones o huyes despavorido de ellos como alma que lleva el diablo. Hay muchas razones para no darle a play o dejar de leer el contenido de una entrada internauta, pero también mucha satisfacción potencial esperándote en los segundos siguientes.
De una manera más o menos fortuita llegué al blog http://informacioninutil.blogspot.com , con cuyo responsable compartí muchos momentos en el Primavera 2010 (el fichaje de Mou inclusive) y que sé que es un tipo que, como yo, le cuesta decir no a una buena melodía pop (you can’t say no forever, cantaba Robert Forster en 16 lover lanes de los Go); es una pena que no se actualice con más asiduidad porque sólo con una reseña como la que incluyo aquí, merece la pena “el precio de la entrada” y te quedas con ganas de más. Si ya salen dos de mis canciones favoritas como Love goes on de los go-betweens (cuya letra da nombre a este blog) o I wanna be your boyfriend de los inefables Ramones, encima he descubierto dos desconocidas que no me puedo quitar de mi mente desde el verano. Lo cierto es que poco sé de los dos grupos, pero llevo un mes investigando y no descarto comprar algo, aunque está casi todo descatalogado.

Phil Seymour estuvo en Dwight Twilley Band en los 70, grupo al que sitúan junto a Big star y el embrión del power pop. Esta canción pertenece a su homónimo debut en solitario en 1981 y tiene una melodía dulce (pero tolerada por los diabéticos) que te envuelve y te hace sucumbir.





The nerves son una banda de Los Angeles de frugal duración durante los 70: fueron autores de Hangin on the telephone (que popularizaría  Blondie posteriormente ) pero no publicaron ningún álbum durante su existencia (Aunque One Way Ticket recopila parte de sus canciones). Su legado fue continuado por su batería Paul Collins (con The Beat y en solitario). Sonoramente situados entre los Ramones menos ruidosos y el power-pop, en maravillas como When You Find Out, combinan melodías con pegada con instrumentación pop acelerada, como la que adoro en The Feelies.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Canciones que salvan tu vida: The wedding present-I’m not always so stupid

Durante un concierto de los británicos The wedding present en La casa del loco (Zaragoza) allá por el 2005, conocí a un inglés que los había seguido durante toda la gira de Take fountain. Recuerdo que me comentó que los “Weddoes” eran un buen grupo para considerar tu favorito. Yo no dudé en asentir. He de reconocer que ninguno éramos demasiado objetivos con la banda de Leeds . Aparte, litros de alcohol corrían por nuestras venas, por lo que cualquier atisbo de frase nos hubiese parecido lapidaria. No obstante, esas palabras se me han quedado grabadas y reconozco que no le faltaba razón. John Peel aseveró que David Gedge (cantante y compositor) había escrito algunas de las mejores canciones de amor de la era del Rock and Roll y que aunque se lo pudiesen rebatir, él sabía que estaba en lo cierto. No seré yo el que le lleve la contraria al bueno de John.
Los de Leeds son el claro paradigma de banda indie: surgida en plena vorágine del C86 (yo estuve en esa cinta, podría decir su líder David Gedge); con sus primeros singles y debut en largo (George Best-1987) autoeditados en su sello Reception; con un sonido que siempre ha sabido nutrirse de su pasado reciente (el punk o el pop de los Smiths) como del indie de guitarras que emergió a finales de los 80 en Estados Unidos. Aparte, han sido una banda militante de la cultura del single. Mención especial debe de tener su romántica propuesta durante 1992: tras publicar su supuesta obra cumbre en 1991 (Seamonsters), editaron un single mensual con una canción nueva en la cara A y una versión en la B (cattle and cane de los go-betweens o falling de la Banda sonora de Twin peaks entre otras), que serían recopilados en los estupendos Hit parade I y II.
Sin negar sus influencias, The wedding present pueden presumir de tener un sonido propio, con canciones pasionales donde las guitarras exorcizan los sentimientos de frustración provocados por el desamor. No sé si las letras son ficticias o biográficas, pero lo que no se puede negar es la intensidad emocional que transmiten sus canciones, con esa voz que puede remitir a los Ian Curtis o Mark E. Smith más melódicos y menos sombríos, pero que parece dejarse el alma en cada palabra. Si el punk era una reacción, David Gedge utilizó su rabia para paliar uno de los dolores más infravalorados: el de un corazón roto.
Si la velocidad y urgencia punk presidía su debut, las guitarras y la sección rítmica se endurecieron en Bizarro (1989) y Seamonsters , donde Steve Albini les llevó a los terrenos contundentes de su discografía. En 1998, Gedge decide exiliarse en el balneario pop de Cinerama con su entonces novia, que le abandonaría en el 2004 y propiciaría el celebrado retorno de los Weddoes con Take fountain (2005), con los momentos más melódicos del grupo pero que recuperaba algunas de esas guitarras medicinales para con el espíritu.
Elegir un tema de los ingleses no es una tarea sencilla. Podría hablar a continuación de esa hoguera guitarrera que abrasa lentamente tu veneno interior que es Suck o de esa fantástica versión de sus coetáneos Close Lobsters llamada Let’s make some plans, que tenía los ingredientes para agitar cabezas en las discotecas indies pero que se quedó escondida en su discografía. Finalmente la afortunada ha sido I’m not always so stupid, que aunque aparece en la reedición George Best Plus de 1997, inicialmente se editó como cara B del single Nobody's Twisting Your Arm(1988). Siempre la he visto como el punto de encuentro entre las guitarras de Marr en This charming man aceleradas al máximo y las de Los planetas en Mi hermana pequeña. El indie del pasado frente al sonido ruidoso que estaba por venir. Instrumentación vertiginosa, virtuosa y desbocada que conduce una melodía que se acaba contagiando. Así son las canciones que me gustan. Así son las canciones de The wedding present.



Dejo aquí las otras dos:



domingo, 4 de septiembre de 2011

El bello verano III


Ron Sexsmith - Get In Line

Llevaba años oyendo hablar de Ron Sexsmith pero no había escuchado nada hasta que me encontré de casualidad con Get in line, que conforma su nuevo trabajo Long Player Late Bloomer. No sé si es el mejor disco para empezar con el canadiense (Retriever, por ejemplo, tiene mejores críticas), pero esta canción tiene una melodía bonita de esas que se te clava y te abre las puertas del universo de este trovador del pop, en el que las canciones de gente como los Beatles, Morrissey o Elliiot Smith seguro que son apreciadas.



Brown recluse- Monday moon

Una persona que sabe de esto me dijo que el debut de Brown Recluse (Evening tapestry-editado por la exquisita Slumberland records) era una de los discos pop del año. He de reconocer que con las escuchas esas canciones de pop melancólico lleno de clase que remiten a los primeros Belle and Sebastian (los que más me gustan) y al pop británico de los 80 post-Smiths, se han ido colando en mi cabeza. Con canciones como Monday moon, ya no desearemos tanto que The Zebras saquen disco mañana o que The lucksmiths colgasen los instrumentos.

Desde mi subconsciente con amor:The Dubrovniks


Escuché por primera vez a The Dubrovniks en una compilación de mi biblia musical: la revista Rockdelux. En ella aparecía Holly town, una gran canción pop que a mí siempre me ha recordado a los Jesus and Mary Chain más apaciguados (por la voz esencialmente). No obstante, las referencias a la banda van siempre asociadas a palabras como Garage, psicodelia o a paiasanos australianos como los Hoodoo gurus, de cuya formación inicial salió parte de The Dubrovniks. Publicaron cuatro discos entre los últimos ochenta y los 90, del que sólo he escuchado Medicine Wheel (94). Es curioso que con la poca gente que conocía en esa época que escuchase indie-rock, alguien me dejase este disco original. Aunque creo recordar que me gustó, así a bote pronto sólo podría enumerar tres cosas de él: la guapa chica de la portada, holy town y under your skin: una canción oscura pero con ese pegadizo sonido surf que mi mente remite a Pulp fiction. Hay que reconocer que sin el bueno de Quentin, unos cuantos no nos habríamos enterado de la existencia de dicho estilo. Dos canciones que justifican que vuelva a recuperar este álbum.




domingo, 21 de agosto de 2011

Desde mi subconsciente con amor:Jack

El debut de los galeses Jack (Pioneer soundtracks) en 1996 llamaba la atención porque tenía una foto de un torero en su portada. No es que ese mundo me atraiga pero no deja de ser curioso que a un británico sí. Su pop orquestado tuvo una buena acogida por la crítica y nombres como Scott Walker o Tindersticks salieron a relucir. El disco es denso y barroco, pero con las escuchas se acaba erigiendo en un buen trabajo. Sin embargo, aunque no todo el mundo lo vea así, yo siempre he preferido su continuación: The Jazz Age (1988), también editado en el sello Too pure. En esta ocasión la elegante voz de Anthony Reynolds y los magníficos arreglos se orientan más hacia el pop y se acercan un poco a gente como Divine comedy, Smiths o los Auteurs menos ariscos. Quizás no sea un disco redondo, pero tiene tres canciones pop que no deberían quedar en el olvido: dos medios tiempos llenos de clase como 3 o’clock in the morning o Cinematic y esa hermosa lenta llena de romanticismo llamada Lollita Elle. Ni sus posteriores trabajos como Jack ni los proyectos de Reynolds en solitario me han llegado a llenar, pero en estos dos discos nos dejaron momentos que deben perdurar.






lunes, 15 de agosto de 2011

El bello verano II

Acid House Kings - Are We Lovers Or Are We Friends

No había escuchado ningún disco de los suecos Acid House Kings, aunque sí conocía Do What You Wanna Do: una fantástica canción pop llena de energía positiva. Su nuevo trabajo (Music sounds better with you-2011) se abre con Are We Lovers Or Are We Friends , otra joya sonora que irradia frescura y un estribillo luminoso que remiten a los mejores Beach boys. No es la única, ya que el disco tiene más canciones que acarician el oído como Where Have We Been. No podíamos esperar menos de Johan Angergård, que nos ha acostumbrado a momentos como éstos tanto en este formato ácido, como con Club 8, sin olvidarnos que en su sello Labrador ha editado un buen puñado de canciones que replican el mejor pop británico



Papercuts - Do You Really Wanna Know

Los californianos Papercuts acaban de publicar su quinto trabajo: Fading parade. Todavía debo escucharlo con calma pero ya he descubierto esa canción que suele sobresalir en todos sus discos, no sólo por encima de su nivel sino por el de todos los grupos que hacen pop con reminiscencias de la costa oeste americana. Si dear emlpoyee o the void son clásicos en mis recopilatorios, esta canción está lista para jugar minutos de calidad



Beirut - Port of Call

Cada día estoy más enamorado de la música de Beirut. Durante estos años, el proyecto de Zachary Francis Condon nos ha dejado maravillas de pop enriquecido con arreglos orquestales como Mount Wroclai (Idle Days), Postcards from Italy, Nantes, Sunday smile o Elephant gun. Aunque el toque operístico remite a Neil Hammon de Divinde comedy, yo también le encuentro cierta deuda con esa deslumbrante trilogía inicial de los Tindersticks. No obstante, Beirut enriquece la propuesta con sonidos procedentes de la música popular europea. Su nuevo disco Rip of Tide( 2011) suena más comedido y menos barroco pero conserva esas melodías marca de la casa.






jueves, 11 de agosto de 2011

Desde mi subconsciente con amor: Electrafixion - Lowdown

Llevo un año recuperando muchas canciones que me han gustado en algún momento pretérito, pero que por un motivo u otro, el grupo o álbum no se consolidó del todo (on the pavement under my shoes, que dicen Red house painters en Katty song) y quedaron sepultadas en algún lugar de mi memoria. Estos flechazos sonoros de escasa duración (cual chicas guapa que contemplamos en el metro hasta que se baja del vagón) aparecieron de manera dispar: desde el hueco final de una cinta perdida, en algún vinilo que me dejaron y no sé dónde grabé o incluso en algún cd que compré y apenas escuché. Por no hablar del diluvio de mp3 que pasa por mi ordenador cada año. Los recopilatorios son una manera de mantener la llama viva, pero este continuo susurro recomendatorio que es la red parece el más efectivo para repescar estas canciones de algún lugar de mi subconsciente.
Lo primero que escuché de los líderes de Echo and the bunnymen (el vocalista Ian McCulloch y el guitarrista Will Sergeant) fue Burned, disco de su proyecto Eletrafixion publicado en 1994, durante los años de separación del grupo. Después descubriría el excelso Ocean Rain de su banda madre, donde el after punk oscuro y el pop se fundieron magistralmente logrando que me hiciese incondicional de los de Liverpool.

No puedo asegurar que este trabajo de Electrafixion me gustase ahora, pero su canción Lowdown me parece una maravilla. Es el perfecto ejemplo de las virtudes de este dúo: Sargent dibuja preciosos escenarios con su guitarra y Mculloch derrocha clase melódica para completarlos. Podría ser de Echo and the bunnymen, pero apareció en este trabajo perdido de los 90.


viernes, 5 de agosto de 2011

Días de vino y rosas

Ayer tuve un gran día. Con mucho vino mediante, por una seríe de casualidades acabé departiendo de música con estupendos interlocutores y durmiendo en un hotel que no sé si era el blue de Isaak, el rompecorazones de Elvis o el de las habitaciones alquiladas de los tindersticks, pero que me supo a gloria a esa hora. Aunque esperaba haber escuchado más música de uno de mis recopilatorios más ambiciosos que cree como hilo musical de un local, acabé en un garito atípico con una sesión atípica pero llena de belleza plasmada a cámara lenta.
Nos agitaron con los latidos oscuros de XX, con una heart skipped a beat que es de lo mejorcito que se ha hecho en los últimos años. También esa maravilla pop del día en que Sleepy Jackson quiso tocar la mano de Dios de New order. Hubo otras dos que pudieron/ debieron sonar pero que las circunstancias impidieron: mi primer encuentro con la aterradora belleza gélida de Lali Puna o ese terremoto emocional de Portishead llamado The rip, con el que sacudieron nuestro lado más electróncio. Hay veces que tenemos que dejar nuestra parte autómata y volver a sentirnos personas. La música es una gran vía para hacerlo.






lunes, 1 de agosto de 2011

Algo más de los Kinks

Recientemente descubrí esta entrada sobre The Kinks en el estupendo blog Pesquisas salvajes, que me llevó a conocer I'm Not Like Everybody Else, acompañante de lujo del excelso single Sunny afternoon (1966). Otra prueba más de que los londinenses tienen una discografía repleta de grandes canciones, ya que, aparte de las que aparecen en sus recopilatorios de la década de los 60 (que deberían ser de obligada escucha en los colegios), en sus trabajos encontramos un gran puñado de temas que pueden mirar a la cara a las seleccionadas por las discográficas. Recientemente homenajeé al grupo de los hermanos Davies, con una reseña que no acaba de publicarse en el blog para amantes del séptimo arte Por un puñado de films (http://porunpuñadodefilms.com/play-it-again/). Esperemos que vea la luz antes que el decepcionante Second coming de los Stone roses o el Smile de Brian Wilson. Si no, he de decir que me habrá servido para revisar y completar mi discografía de los Kinks, lo cual ya es un placer en sí mismo. Ray Davies, inquieto y ecléctico en lo musical, bebía de muchos estilos para acabar desembocando en el mar de las melodías perfectas. No siempre tan inmediatas como las de sus coetáneos The Beatles, pero realmente certeras a la hora de clavarse en el corazón. Que se lo pregunten a Damon Albarn para cuyos Blur han sido una clara fuente de inspiración. Cuando escucho a The Kinks se me plantean varias dudas: ¿Por qué canciones como Days o Waterloo sunset no suenan más en la radio fórmula menos lacerante para los oídos?¿Por qué sus recopilatorios ningunean esa obra maestra llamada The Kinks are the Village Green Preservation Society (1968)? ¿No son You really got me, Victoria y Till the end of the day tres de las mejores canciones de power pop que se pueden escuchar? ¿Por qué uno de sus singles más insulsos como Lola es su canción más popular y canciones como las de abajo han quedado casi en el olvido? ¿Por qué?, Por qué?-que diría Mourinho.
Dejo aquí tres de mis canciones favoritas de un grupo, que aunque no tengan nada que ver, al que considero una suerte de indies en su época: hacían lo que querían y han quedado como un grupo de culto para los amantes del mejor pop. Una verbena de melodías pluscuamperfectas, punteos de guitarra gloriosos y ese piano de querencia clásica barroca que consigue que todo suene sublime.

Village Green



This time tomorrow



Rosie Won't You Please Come Home

sábado, 23 de julio de 2011

Comet gain- El eterno retorno



















¿Tú también pensabas que con el recopilatorio de Comet gain (Broken record prayers) ibas a tener la gran mayoría de las mejores canciones del grupo (aquí)? Craso error. En sus estupendos trabajos pretéritos Casino Classics (1990), Realistes (2002) o (mi primea vez con ellos) City Fallen Leaves (2005) se encuentran momentos que pueden mirar a la cara a las canciones seleccionadas: Daydream Scar ,This English Melancholy , Last night o Why I Try To Look So Bad (que incluyo a continuación) son una muestra del talento que atesoran las composiciones de David Feck. Todavía tengo algunos discos de los 90 pendientes de escuchar, por lo que no dudo que me llevaré alguna sorpresa agradable.


En este 2011 han vuelto con Howl Of The Lonely Crowl y nos vuelven a dejar con la boca abierta con otro inspirado “collage” de influencias del pop-rock británico digeridas y convertidas en un sonido con sello personal. Como siempre, entre esos dúos vocales entre chico y chica, puedes escuchar ecos del C86, de Oranje Juice o los australianos The Go-betweens, pero entonces te sacuden con guitarras dignas de los Wedding present o con canciones impregnadas del punk arisco de The fall o del más entrañable de Television personalities. Como muestra dejo The weekend dreams, con ese final de guitarras que podría haber firmado Dinosaur JR.



El propio Feck nos dejó en el 2010 otro buen trabajo con su proyecto Cinema red and blue. Incluyo la excelsa Melanie down, una canción que no sólo podría sonar en cualquier disco de Comet gain sino que debería hacerlo en cualquier recopilatorio con lo mejor del año pasado.



sábado, 9 de julio de 2011

Hüsker Dü-Don't Wanna Know If You Are Lonely






















Si Bob Mould leyese esta reseña estoy seguro que me retiraría el saludo (si alguna vez me lo hubiese otorgado). No bastaría con decirle que fui fan de Sugar durante los 90; que Copper Blue (1992) fue uno de mis discos de cabecera en esa época y que sus guitarras, a veces incendiarias (a good idea) u otras vigorosas pero más permisivas con la melodía (if I can change your mind, Hoover Dam), me abrieron los oídos; ni siquiera que adquirí también los sus secuelas Beaster (93) o File Under: Easy Listening(94) e incluso que he seguido su carrera en solitario con discos notables como Workbook (1989).Todo esto sería papel mojado cuando se enterase de que mi canción favorita de su grupo madre, los seminales Hüsker Dü, la firmó su rival en la composición(y parece que también la vida real : Grant Heart.
Hüsker Dü fueron un trío de Minneapolis formado por Bob Mould (cantante y guitarrista), Grant Hart (cantante y batería) y Greg Norton (bajo). Emergieron en 1980, tras beberse de un trago la pócima del sonido punk y lo llevaron un paso más allá con canciones hardcore llenas de angustia y rabia. Tras varios discos, en 1984 publicaron Zen Arcade, álbum doble que la crítica señala como una de las obras cumbre del rock americano. He de reconocer que en los momentos más hardcore, densos y abrasivos, un adicto a las melodías como yo no se siente cómodo. No obstante, el disco presenta grietas por las que se empieza a atisbarla luz de la melodía. El bosque ya no es tan espeso en New Day Rising(1985), que contiene los ritmos acelerados y guitarras ruidosas anteriores pero que muestra ya el trayecto hacia el punk-rock melódico. Éste se consagraría con los excelsos Flip Your Wig (publicado en el mismo año) y Candy Apple Grey (1986, que daría el paso de la indie SST a Warner),trabajos que serían fundamentales para todo el indie rock americano que estaba por llegar, tanto en sonido como en filosofía, ya que mostraron que pasarse a una multinacional no era óbice para continuar con la misma línea artística. Su canto del cisne, Warehouse: Songs and Stories (1987), quizás peque de largo (vuelve a ser doble) y redundante, pero con las escuchas las canciones revelan a un grupo haciendo power-pop de altos quilates. A partir de ahí Mould publicó un disco en solitario y tres como Sugar, siguiendo él sólo desde entonces. Hart formó Nova Mob y trabaja en solitario últimamente.
Conocí la existencia de Candy Apple Grey por una cinta que me pasó un compañero de facultad (Jonathan, que también me presentó el Copper Blue de Sugar). Recuerdo que me dijo que me saltase la primera porque era hardcore (ardua tarea en el caso de las cintas) y que escuchase a partir de ahí. Pues tenía razón, tras la abrupta Crystal, comienza esa maravilla llamada Don't Wanna Know If You Are Lonely , que crea un embrujo se mantiene hasta el final, con grandes momentos de pop llenos de guitarras intensas como Sorry somehow (también de Hart) o el contraataque de Mould con las ralentizadas Too Far Down y Hardly Getting Over It
Don't Wanna Know If You Are Lonely es una de esas canciones perfectas para prender la llama de cualquier indie potencial o para fidelizar al advenedizo ávido de nuevas emociones sonoras. Tiene ese inicio de batería rápida y riff de guitarra supersónico del genial Mould que corta la respiración. Con un título tan explícito, la letra no podría ser más que un tratado de desamor, lo que se nota en la pasión que desprende Hart, tan cercana a ese romanticismo punk que destilaban los Ramones o los Buzzcocks. Melódicamente imparable, debería ser un himno de punk-rock. Su Ever Falling in love (With Some You Shouldn't).











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