martes, 17 de noviembre de 2009

Man in the dark: Deerhunter vs Atlas sound



Reconozco que no hice mucho caso a Cryptograms de Deerhunter, supongo que confundido por la disparidad de opiniones que leí sobre él. Un día en una tienda me sorprendió la capacidad melódica de su continuación meses después como Atlas sound, pero seguí sin dar el paso definitivo.
Cuando llegó Mircrocastle y leí la primera buena reseña, acudí a él expectante y no sólo no me defraudó, sino que se se convirtió en uno de mis favoritos en el 2008. Sólo con ese comienzo instrumental en clave shoegazer, continuado por el brillo tenue y cálido de Agoraphobia(que me evoca la belleza sombría de disco inferno en Last dance), ya es difícil no sentirse seducido por ese sonido algo paranoico pero repleto de hermosura. Como colofón de un emocionante viaje, el álbum acaba con una maravilla como Twilight at Carbon Lake, donde el slowcore y el pop cubista de Blonde redhead de Certain damaged lemons se unen para desembocar en una explosión shoegazer que cierra el disco cual figura simétrica.

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En el 2009 el prolífico Bradford James Cox vuelve con dos trabajos: un nuevo EP como Deerhunter (Rainwater Cassette Exchange),donde saca su lado más cercano al rock y un nuevo largo como Atlas sound (LOGO), en el cual se adentra en temas lentos y brumosos, con la influencia latente de sus admirados Animal Collective. Panda bear colabora en el disco, así como Laetitia Sadier, que pone voz al mejor tema shoegazer del año. Ambos discos figurarán entre lo destacado de mi 2009.








domingo, 15 de noviembre de 2009

Magic in here: the bats vs the clean
















Uno de los motivos que hacen que todavía siga consumiendo (y por ende, recomendando) música de una manera tan compulsiva es porque todavía es capaz de captar mi total atención y abstraerme del mundo en el momento más inesperado. Uno de mis últimos interludios de escapismo mental a través de una canción, se produjo en ese último reducto de la música tal y como la conocimos llamado Radio City. Cuando ya había concluido mis compras previstas y me dedicaba a departir con el dependiente sobre el mundo (es decir, mujeres, música y baloncesto), sonaron dos canciones pop de dos bandas de Nueva Zelanda: The cleans y The bats. Ambas me dejaron hipnotizado por su sencillez y encanto y acabé llevándome los dos discos: dos estupendos retornos en este 2009, “Mister pop” y “The guilty office” respectivamente.

Investigando con posterioridad, he descubierto que ambos grupos se formaron en los 80, que comparten miembros y que han dejado buenos momentos del mejor indie pop. Dos bandas desconocidas para mí, pero con muchas cosas que contar.

Los años pasan y cada vez me cuesta más resistirme a una melodía bonita, por mucho que este tipo de estructuras sonoras hayan sonado en mi cabeza. Aquí tenemos dos perfectos ejemplos de magia pop.





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Solitary (tax) man

Buscando una canción de Chris Isaak en internet me he encontrado con esta bonita versión suya de Solitary man (Neil Diamond), cuya revisión de Johnny Cash ya me dejó huella tiempo ha. Fruto de la casualidad o del destino, me siento con ganas de recomendar hoy esta canción.

Enclavada en su American III: Solitary Man (2002), es el perefecto paradigma de lo que más me gusta del "Caballero de negro": su voz profunda y áspera, pero llena de intensidad y belleza. De hecho, le prefiero en estas últimas grabaciones americanas más que en sus temas más clásicos.



Isaak le aplica sus gorgoritos y voz angelical con Elvis siempre a la vista. La bella y la bestia.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Hit parade: Vamos a jugar con la playa





















Cuando de pequeño escuchaba Barbara Ann o Surf in USA de los Beach boys, ni por asomo podía imaginar la influencia que los californianos tuvieron en la música pop. Años después, tras descubrir y degustar un disco tan bonito como God only knows, empiezas a atisbar el poso que Brian Wilson ha dejado en tantas melodías.

Este año hay dos canciones (y grupos)que, bebiendo del elixir de la eterna juventud de los "Chicos de la playa", han digerido dos momentos sonoros de los que se te clavan y no puedes quitarte de la cabeza:



- The drums
son jóvenes y hedonistas, como refleja esta gema acelerada de melodía pluscuamperfecta, con la que abren un esperanzador EP.



- Ganglians se sumergen en una suerte de psicodelia folk, pero son capaces de emerger de ella siguiendo la senda de las melodías asequibles. En casos como éste, de una belleza sublime.



Finalmente, no podía concluir esta reseña sin hacer mención a esa versión de los Beach Boys de otra galaxia que nos dejó en el 2007 Panda bear. Una genial disgresión de Animal Collective, que iba a marcar el camino que estos seguirían en su último trabajo: complejo, laberíntico, pero con la esencia de Brian Wilson esperándote al final del trayecto.