Damon Albarn era sinónimo de talento durante los 90. Su trilogía inicial al frente de Blur así lo atestiguaba: desde su debut con ecos post-Madchester a esos tratados de lo mejor del pop británico hasta los 80 (con kinks y Madness a la cabeza), culmindados en el ecléctico e inspirado Parklife. A partir de su obra cumbre, Blur trataron de seguir evolucionando, pero se les acabó la inspiración en formato largo. Es innegable que aún entregarían buenos singles (country house, uniersal, song 2), pero los discos palidecían en comparación con su pasado, agravado con el problema que a los puristas (que no puretas) nos generan los grupos de moda...
Reconozco que les ningueneé y perdí la esperanza en Albarn; ni siquiera escuché a Gorillaz. Sin embargo, Damon nos sirve su veganza en plato frío:un disco de baladas espaciales en las que vuelve a dar en la diana melódica. La producción de Danger Mouse las satura de ruidos, voces dobladas e instrumentación con toque sideral, elevando la mente del oyente unos metros sobre el nivel del suelo. Nanas adultas para cabezas ensoñadoras.
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2 comentarios:
Les daré un par de oportunidades!
Eric.
Ais, pues a mí no me convencen nada...
Blanca.
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