domingo, 28 de noviembre de 2010

A fuego lento

Estos tres retornos, aparte de ser de los más esperados en este lado de mi cerebro, tienen algo en común: dan continuidad a discos de gran nivel. Además de tener buenas críticas los tres, también comparten que, quizás por ser más lentos o menos inmediatos, no han sido recibidos con tanto entusiasmo por los acólitos de estos grupos con los que me relaciono. Me gustaría romper una lanza por los tres y remarcar que con las escuchas, estos trabajos descubren los tesoros ocultos que guardan. Dejo aquí tres de mis momentos favoritos, pero no son los únicos.

The National - Conversation 16












Su reciente High Violet quizás no tenga los picos emocionales de sus dos predecesores (Mr November, Baby, We'll Be Fine o Guest Room son difícilmente alcanzables), pero tiene un buen nivel medio cuya elegante belleza oscura va calando poco a poco. En esta canción consiguen una de sus mejores melodías mientras el ritmo va creciendo de una manera contenida, truco que manejan magistralmente.




Blonde redhead-Spain











Tras sacar un gran homenaje al shoegazer con 23, el trío italo-japonés afincado en Nueva York ha decidido seguir su continua mutación y ralentizar su sonido en Penny Sparkle, dejando las guitarras en un plano menos relevante. Las instrumentaciones electrónicas crean un bonito sonido de fondo desde el que la inefable voz de Kazu Makino crece y alcanza las cotas de belleza melancólica de aquel emocionante Misery is a butterfly.

Deerhunter- Desire lines











Bradfor Cox ha sacado tres grandes trabajos en tres años con Deerhunter y Atlas Sound (y ya pululan por la red otros cuatro de nuevas maquetas de los segundos: Bedroom Databank). El retorno de los primeros con Halcyon Digest
se sigue moviendo en el pop vaporoso de los segundos en Logos, donde ese shoegazer semi-acústico consigue canciones lentas de belleza lunática. Desire lines es de las que cambian el ritmo del disco y consigue lo más parecido a un hit que han creado, con una melodía certera y un final de guitarras de las que apuntan al infinito

1 comentario:

Fernando López Mateo dijo...

El fuego de The National es lento, pero la huella de la quemadura es de las que no se borra