Uno de los motivos que hacen que todavía siga consumiendo (y por ende, recomendando) música de una manera tan compulsiva es porque todavía es capaz de captar mi total atención y abstraerme del mundo en el momento más inesperado. Uno de mis últimos interludios de escapismo mental a través de una canción, se produjo en ese último reducto de la música tal y como la conocimos llamado Radio City. Cuando ya había concluido mis compras previstas y me dedicaba a departir con el dependiente sobre el mundo (es decir, mujeres, música y baloncesto), sonaron dos canciones pop de dos bandas de Nueva Zelanda: The cleans y The bats. Ambas me dejaron hipnotizado por su sencillez y encanto y acabé llevándome los dos discos: dos estupendos retornos en este 2009, “Mister pop” y “The guilty office” respectivamente.
Investigando con posterioridad, he descubierto que ambos grupos se formaron en los 80, que comparten miembros y que han dejado buenos momentos del mejor indie pop. Dos bandas desconocidas para mí, pero con muchas cosas que contar.
Los años pasan y cada vez me cuesta más resistirme a una melodía bonita, por mucho que este tipo de estructuras sonoras hayan sonado en mi cabeza. Aquí tenemos dos perfectos ejemplos de magia pop.
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