domingo, 29 de mayo de 2011

Canciones que salvan tu vida: Boo radleys- Firesky








No sé qué estaba haciendo cuando My bloody Valentine publicaron el visionario Loveless en 1991. Ni conocía al grupo ni me imaginaba siquiera que la distorsión y la melodía pudiesen deparar las emociones que me han provocado. Por tanto, no fui testigo del revuelo entre críticos y músicos que posiblemente provocó (la radio-fórmula no se dio por aludida). Sin embargo, si puedo intuir la fascinación que inundó a un guitarrista tan imaginativo y creativo como Martin Carr, compositor deThe Boo Radleys.

Los británicos ya habían publicado una serie de EPs (recopilados en Learning to walk posteriormente) en los que las guitarras ruidosas escondían el gusto pop del grupo (versionaban Alone again or de Love o True faith de New order) aunque las melodías conseguían emerger y coronar la canción en algunos casos como en la fantástica The finest kiss. En 1992, con la onda expansiva del Loveless todavía latente, los “Boos” publicaron Everything's Alright Forever, donde siguieron su estela y lograron acercarse a ese otro lado donde las guitarras se entremezclan y confunden con el resto de instrumentos, dejando al oyente con la sensación de flotar en el aire. Sin embargo, la dulce voz Sice, (cercana a la Arthur Lee en el Forever changes) ya no queda tan atrás y potencia el caudal melódico del grupo, como en la maravillosa Spaniard, donde Morricone parece haberse unido a la fiesta. Un gran disco que, por desgracia, quedó claramente eclipsado por su sucesor: Giant Steps, más ecléctico, caleidoscópico e inspirado; su obra maestra y la manera en la que evolucionaron del sonido shoegazer al pop pluscuamperfecto donde todo era posible.

Firesky es mi canción favorita del grupo y el punto álgido de Everything's Alright Forever . Creo que Kevin Shields debe estar orgulloso de ella porque no tiene nada que envidiar a sus mejores momentos. Sobre una melodía pop llena de magia y una guitarra acústica que la guía, los efectos de guitarra distorsionada invaden la canción y agitan al oyente. Su audición siempre me ha evocado estar en el fondo de un valle y ser arrollado por aludes de guitarras que ni sabes de dónde vienen ni por dónde se irán, pero sobre todo, desconoces dónde te llevarán tras su escucha.




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