La primera vez que escuché a The feelies con el estupendo It’s only life (en una cinta de 90 de cuya cara A no puedo acordarme) pensé que eran el eslabón perdido entre La Velvet Undeground y Luna. Tan reduccionista argumento no eclipsó la sensación principal que me provocó la audición: venían para quedarse. Guitarras de acuáticos acordes, melodías perezosas pero adictivas, con baterías que sonaban rápidas en los momentos más pausados y supersónicas cuando decidían acelerar las canciones. No merecían ser pulverizados por la tecla REC.
Los de New Jersey habían debutado con el visionario Crazy Rhythms (1980), un trabajo oscuro acuñado en pleno post-punk y que con sus guitarras enérgicas y desbocadas supondría un embrión para el indie que estaba por venir.
Su continuación The Good Earth (1984) era más pausada y acústica, dando mayor relevancia a la parte vocal. La fórmula se redondeó con Only life (1988), donde se encuentran algunas de sus mejores melodías y se retorna a momentos de mayor locura rítmica.
On the roof abre The Good earth lentamente, guiada por esas guitarras y batería tan suaves, con Glen Mercer susurrando una melodía poco nítida pero de hermoso acabado. Entonces, sin avisar, entra uno de los punteos de guitarra más bonitos que he escuchado que, sin estridencias pero sin parar de crecer, consigue coronar la canción en cotas de intensa emoción. A partir de ahí, vuelve a descender por los mismos senderos de pop elegante y formalmente sencillo, dejando un poso de enorme satisfacción.
The feelies vuelven en el 2011 con Here before. Su single de adelanto (Should Be Gone) nos da razones para que podamos seguir confiando en ellos.
Entradas
No hay comentarios:
Publicar un comentario